¡YA ESTAMOS EN FALLAS!

          Siempre ha sido un juego de sentimientos entre el amor y odio, en algunos momentos muy ambivalentes y antagónicos aunque sin llegar a extremos exagerados. Con toda seguridad debido a las tradiciones que he mamado desde mi infancia.

         Sólo ha habido un año que no vinimos a Valencia por fallas. Fue cuando murió mi abuela en Madrid. No exagero al decir que este suceso provocó entre mis padres un motivo de divorcio, aunque no llegó a ser efectivo.

         Las fallas ha sido un motivo más de discusión entre la pareja. Las tradiciones valencianas estaban muy arraigadas en mi padre, su deseo más íntimo era que toda la gente de su alrededor viviera y compartiera el mismo gusto por la pólvora, el fuego, la traca, vestirse de valenciana… Con sus hijos lo consiguió en gran medida hasta la fecha.

         Es curioso. No recuerdo haber participado en ninguna tradición madrileña ni acudir a un festejo típico hasta que no he sido muy mayor y he ido por voluntad propia. Jamás me he vestido de chulapa, pero sin embargo, sí que “he sufrido” el peinado de valenciana.

         En estos días donde la calle está llena de petardos, sigo “dando saltos” sobresaltada al oír el ruido, aunque he aprendido a controlarlos, no me gustan pero al menos sé su procedencia. Soy capaz de escuchar una mascletá entera.

¡Viva las fallas!

LA CUESTA DE FEBRERO

          Ciertas personas la denominan “Cuesta de febrero”, sobre todo por todos los costes económicos que acarrea después de haber superado las fiestas de Navidad con todos los atracones de comida y de regalos, muchas veces innecesarios, que solemos tener.

         Lo curioso es que después de dejarnos siempre de lo mismo, no cambiamos de las costumbres a pesar de las malas consecuencias. Es como si después de tantos años en los no fuéramos capaces de aprender de los errores.

         Otra cosa que tiene el principio del año es las falsas promesas que nunca se cumplen. No me refiero a las clásicas como aprender inglés, o hacer deporte para perder los kilos de más que se han ganado por el exceso de turrones. Sino aquellas promesas individuales que cada uno se hace para sí mismo, se las mete en su interior y nunca más vuelve a sacar.

¿Tú qué promesas te has hecho este año?

UNA CLASE MÁS

         Una vez más cara a cara con los alumnos. Aunque mi compañero les ha avisado que van a tener “una charla especial”, la primera impresión de ellos es de sorpresa. No sé si es por verme o por las expectativas anteriores a mi llegada impuestas por su verdadero profesor.

         Hay grupos más espabilados que otros. Este último estaba compuesto por alumnos bastante motivados a preguntar aspectos relacionados con la vida personal, al margen de los conceptos puramente teóricos. Siempre intento mezclar lo personal con la teoría, así se hace mucho más amena las explicaciones y no tiene varios resultados.

         Espero seguir adelante en un futuro.

30 ANIVERSARIO

 Dentro de unos días se cumplirá 30 años de mi independencia viviendo sola en mi planta baja.

Quiero celebrar con todos los lectores esta fecha para poder compartir y animar a otras personas como yo a seguir el mismo camino.

YA NADA ME SORPRENDE

 El mes de agosto nunca ha sido uno de los meses favoritos. Tengo la experiencia de que siempre ocurren acontecimientos más o menos desfavorables para la vida cotidiana, al menos para las personas que se quedan en su hogar; se estropea la lavadora o cualquier otro electrodoméstico, el coche no arranca, etc. a veces no tiene mucha importancia pero por lo menos entorpece el seguimiento acostumbrado. Suele coincidir con que los técnicos que conoces también están en sus días de descanso.

         Si te vas de vacaciones estos inconvenientes no tiene por qué desaparecer. También se dan aunque sean en versiones distintas, por mucho que prevengas o planifiques el viaje.

         Pues esto es lo que me ha ocurrido a mí. Nunca se me podía pasar por la mente que después de buscar por toda Murcia un taxi adaptado, contactar con el conductor, pedir presupuesto y darlo por zanjado el asunto, con la satisfacción del deber cumplido, el resultado final fue ver delante de tus narices una linda limusina con un conductor vestido como un príncipe, bien peinado, pero con un coche en absoluto adaptado por ningún lado, tan bajo imposible de meter la silla eléctrica por su altura ni con calzador, y que el conductor con su buena voz te diga: SUBA!

Es lógico que en la cara que se te queda es… De auténtica sorpresa!

¿LA SALUD MENTAL SE ENCUENTRA EN CRISIS?

          Jamás se me había ocurrido pensar que a mi edad iba a ver en directo los Horrores de la Guerra. Otra cosa muy distinta es oír a tus padres hablar sobre las catástrofes y penurias que padecieron en sus propias carnes, pero no había ninguna imagen que lo mostrara. Es evidente que las tecnologías han cambiado a lo largo de estos años permitiendo estar al corriente de los acontecimientos puntualmente. Las televisiones te están ofreciendo constantemente información, imágenes y documentos que son capaces de poner los pelos de punta hasta la mentalidad más robusta. La única forma que queda para salir a flote de esta inundación es apagar todos los receptores o pasar de las noticias, viendo solamente seriales televisivos.

Este último acontecimiento se ha unido a la resaca que muchos de nosotros aún llevamos encima por estos dos años de pandemia. La incertidumbre, las crisis, restricciones, etc. ocasionando depresiones y ansiedades, nos han pasado factura a muchos adultos, jóvenes, adolescentes…

No es de extrañar que se diga que los problemas de salud mental han aumentado en los últimos tiempos. Desde muchas organizaciones se pide un mayor presupuesto para aumentar los Psicólogos clínicos en Atención Primaria. Muchas de las personas sin recursos económicos para acudir un Psicólogo Privado, se tiene que conformar con la pastillita que te dé el médico de familia con su buena voluntad. Pero este recurso no es suficiente para mejorar la salud mental del paciente.

No soy quién para defender la Psicología Privada frente a la pública. Pero tenemos que dar una vía de salida a los problemas que realmente existen en la Sanidad Pública, como puede ser las largas listas de espera que existe para lograr una consulta, y que luego ésta no se alargue en el tiempo hasta el punto de que el paciente se le olvide el motivo de consulta.

Estoy de acuerdo en que se amplíe el número de Psicólogos Clínicos en la Sanidad Pública para atender a los pacientes que sufren un trastorno mental. Pero los profesionales que trabajamos desde la Privada, deberíamos actuar de tal forma que ayude a la persona a adquirir sus propias herramientas para trabajar él mismo en su Resilencia. Quizás al principio sea difícil, pero siempre estaremos aquí para apoyar.

Siempre hay un rayo de esperanza.

CONTROLAR LOS MIEDOS

 

         Ya llevamos casi un año atravesando una crisis desconocida para todos a causa del Covid-19. El Confinamiento para muchos provocó estrés y sentimientos de miedo, ansiedad, frustración, etc. ante lo desconocido. Esta situación se está prologando en el tiempo, lo cual hace que para muchas personas sea un elemento añadido a su malestar.

         Espero que esta situación sea pasajera y no nos acostumbramos para siempre a ella. Pero no cabe duda que de momento tengamos que aprender a sobrellevar la realidad lo mejor que sea posible.

         El miedo que provoca esta incertidumbre ante un bicho indocumentado con consecuencias tan letales como está teniendo para algunos, significa una reacción emocional ante una situación de amenaza provocando en los sujetos conductas defensivas, que se traslucen en cambios en el sistema nervioso; incrementan los latidos del corazón para aumentar el riego sanguíneo, aumenta la sudoración, la respiración…

         Nos metemos en un estado de alerta con una “visión de túnel” que sólo nos deja percibir aquella información relacionada con el tema que nos atañe, en este caso todo lo referente al Covid, sobre todo la parte negativa y dañina para nuestra mente.

     En algunos casos el sentir miedo es una señal positiva, porque nos pone en alerta ante un miedo real. Pero también puede ser perjudicial que nos impide avanzar cuando el miedo es como en este caso algo desconocido y no controlamos.

          Pero ¿cómo salir de este bucle que hemos entrado sin querer? No cabe duda de que cada persona tiene su propia estrategia, carácter y forma de pensar. Lo general sería decir que hay que salir del conflicto donde te has metido, cosa que en este momento resulta impensable.

          Sólo nos queda poder adaptar las circunstancias reales de no poder alejar la situación que provoca estrés, a la cotidianidad de cada uno. Unas recomendaciones básicas pueden ser; no ver tantas noticias sobre el Covid (eso no quiere decir que estés desinformado de lo que va sucediendo día a día), no ponerse en lo peor que te pueda ocurrir, buscar actividades que te distraigan, la lectura o el deporte para algunos es fundamental…

          La recomendación que fundamentalmente a todas las personas es que si a pesar de todos estos consejos no se puede salir de la situación agobiante, la persona tiene que buscar ayuda y hablar sobre el tema que preocupa. Sacando los pensamientos negativos pueda esta única forma de encontrarse mejor interiormente.

¡Puedes contar conmigo!