Suelo ser
una mujer tranquila, relajada, pocas cosas me suelen sacar de mis casillas. Por
lo menos así aparentaba de más joven, no me consideraba una persona ansiosa
hasta que… Me empecé a preocupar exageradamente por ciertos acontecimientos de
la vida cotidiana; desamoríos, exámenes, tareas familiares, etc. Estas pequeñas
cosas ocupaban gran parte de los pensamientos diarios, añadiendo a todos ellos
un aura de pesimismo absoluto. La parte positiva de ello es que era plenamente
consciente de lo que estaba ocurriendo, me desbordaba, sabía que aquello no era
normal en mi forma de ser. Aunque ya había empezado la carrera de psicología no
habíamos tocado para nada las patologías ni el diagnóstico de los casos. Pero
no me hacía falta más teoría para saber que tenía que tomar algún remedio de
inmediato para salir de ese caos que me invadía.
A
posteriori he podido poner nombres a todas aquellas sensaciones. Se suele
llamar “ansiedad generalizada”. Es algo que suelen decir alguno de mis
pacientes cuando me dicen frases como: “estoy nerviosa por todo pero no sé lo
que me sucede.
Intento hacerles
comprender que la ansiedad es una reacción normal de todas las personas ante
situaciones de estrés o de incertidumbre. Ahora bien, cuando algunos de los
síntomas ansiosos en su conjunto provocan angustia o algún trastorno físico
palpable, entonces ya hay que preocuparse y tomar una decisión de ayuda
externa.
Creo que sería
conveniente seguir hablando de estos síntomas así como de la forma que aparece en
cada uno de vosotros, los lectores. A mí me da por quedarme paralizada, con la
mente nublada, como si no supiera qué pensar.
¿Cuáles son tus síntomas de malestar? ¿Quieres
compartirlos con nosotros?
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