Ya en la
época en que yo estudiaba se empezaba a hablar de la importancia de un equipo
interdisciplinar para abordar de la mejor manera posible un problema. Y más
teniendo en cuenta que el agente principal del conflicto era una persona.
Entonces
aún no se daba prácticamente luchas de poder, en cuanto a quién debía o no
estar a cargo de un determinado puesto. No había tantos profesionales a elegir,
ni subdivisiones de profesiones luchando todas ellas por defender sus propias
competencias en ver quién está más capacitado para, en este caso, atender a un
problema social.
Sigo siendo
de la opinión de que trabajamos en pro del individuo que llega a mis manos,
estoy acostumbrada a ver todos sus puntos de vista, sus problemas, sus
relaciones, actitudes, refuerzos, posibilidades de mejorar en cualquier área a
su alcance. No me ha importado acudir a cuantos compañeros de diferentes materias
han podido aconsejarme para mejorar la calidad de vida de esa persona. He
conocido a maestros, Trabajadores Sociales, arquitectos, abogados, pedagogos,
etc. que a lo mejor, sin conocer el caso concreto que se trataba, han ido
aportando ciertas ideas que a lo largo de la vida han proporcionado a mi
experiencia todo un bagaje profesional.
Por eso ahora cuando vuelvo a ir a unas
nuevas Jornadas sobre el papel del Psicólogo en Servicios Sociales, y escucho
las luchas de poder entre los distintos profesionales, pienso que ya no tengo
edad para estos meneos.