Los padres como primer núcleo
importante que acogen a un bebé, son los encargados de inculcar los valores
iniciales a los que se enfrenta todo niño. Cada familia es distinta, pero todas
a su manera tienen principios de cómo actuar que nos marcarán para toda la
vida.
Luego
vendrán otras fuentes educadoras que también serán importantes para el chaval.
Pero eso no quita para que el objetivo por excelencia de toda la familia sea el
bienestar de todos los miembros que la constituyen y su felicidad. Esto se
manifiesta a partir de pequeños detalles que se muestran y aportan día a día.
La
sociedad ha cambiado en los últimos 20 años, se ha vuelto mucho más tecnológica
con dispositivos nuevos que atraen a los niños más de lo que debería
permitirse. Por supuesto que los padres se dejan dominar por los “supuestos
beneficios” que para ellos puede acarrear más tiempo libre y descanso.
Todo esto
es erróneo. Se está olvidando la importancia de jugar con los niños en el
suelo, las risas que provocan unas buenas cosquillas, o cenar en familia
comentando las novedades del día. Sin olvidar aspectos tales como; la
importancia de hacer ejercicio en familia, ver la tele juntos para seleccionar
los programas y favorecer la opinión crítica… Y sobre todo saber decir “te
quiero” o “NO”en el momento adecuado para que los límites estén claros y
definidos para que haya una autoridad justa.
Este
aprendizaje forma parte de un proceso a lo largo de la vida. Uno de los
objetivos es conseguir la autogestión no siempre la persona sabe llegar a buen
término. El momento más crucial es en la adolescencia ya que está llena de
conflictos internos, dudas, falta de límites, no saber ser autónomos, etc.
Si se
produce un desequilibrio en alguna de las etapas del desarrollo en relación con
estos aprendizajes básicos, puede significar una alarma a tener en cuenta para
una posible intervención por parte del profesional. Según sea la gravedad en
las partes afectadas, el psicólogo@ en este caso ayudará a cambiar esta perturbación
para que no perjudique las etapas posteriores.
En nuestra
consulta diaria nos encontramos con personas de diferentes edades con
dificultades en tomar decisiones ante situaciones diversas de su vida, que
entorpecen la marcha de su quehacer cotidiano. Tienen voluntad de querer
cambiar pero no saben cómo hacerlo, no toman conciencia de aquello que les
bloquea para seguir adelante. Son sujetos que les cuesta tener una autonomía
personal pero se acomodan con lo que tienen.
El primer
paso para salir de este atolladero es imaginar que se puede alcanzar algo mejor.
Aún así pedir ayuda o darse cuenta que necesitas pedir ayuda cuesta.