Desde
enero Europa está atravesando una experiencia poco conocida que causa
desconcierto y confusión. Un virus nuevo está saqueando a toda la población.
Empezó en China, un lugar lejano en principio para nosotros, pero poco a poco
se iba acercando, primero a Italia y luego hasta España.
Al
principio, no hicimos mucho caso hasta que nos dijeron por la tele que unos
aficionados al fútbol de Valencia se fueron a Milán y habían vuelto
contagiados. Fueron ingresados en el Hospital Clínico.
Aunque
el virus Corona parecía aún estar lejano se iba acercando cada vez más
produciendo contagios y muertes a su alrededor. Casi nadie conoce en qué
consiste en realidad, pero eso no es necesario para causar entre la sociedad el
pánico y del exterior colectiva.
Hemos
llegado a una situación de Pandemia internacional, además del Estado de Alerta
en España. Para mí no es el primer Estado de Alerta, pero sí que me estreno en
un confinamiento obligatorio a causa de un virus. Francamente no me da miedo el
contagio en sí sino más bien me horroriza algunos comportamientos sociales que
estoy viendo en los distintos grupos de gente.
El
miedo social, unido a la ignorancia de muchos puede llevar a un estado caótico.
Más ahora que han mejorado enormemente las tecnologías de comunicación social con
lo que contribuyen a difundir bulos a través de las distintas redes sociales.
Claro que algunos sectores me estás diciendo que también contribuye a la solidaridad
por los más desfavorecidos. En ese sentido soy más bien pesimista y me inclino
a pensar que pueden hacer más mal que bien.
En
los años que estudié Psicología Social nos enseñaron el significado del poder
de masas y de lo que podía llegar a convencer un determinado colectivo de
personas. Pero no existía internet con su gran poder.
Me
he encontrado con distintos grupos de gente.
·
Las
personas que se dejan llevar por las influencias externas del Facebook y
semejantes redes sociales. Escuchan o ven un mensaje en su móvil y se dejan llevar
por él sin contrastar con la verdad porque no saben cuál es. Son los primeros
que cuando han oído la palabra “contagio” han entrado a saquear Mercadona —o el
comercio más cercano que tenían— sin pensar qué compraban. Tienen miedo a quedarse
encerrados en casa.
·
Los
pasotas. Generalmente gente joven, aunque no siempre, más que nada dedicados
también a los móviles, a lo que dicen o dejan de decir. Más que nada dedicados
a su “yo personal” y a sus juegos. Tampoco contrastan con la realidad en la que
viven y no cumplen con las reglas sociales.
·
Los
últimos —por desgracia una minoritaria parte de la sociedad— más cerca de la
información veraz, el sentido común y la prudencia. Por desgracia los demás
ganan a este colectivo. Al final tiene que emplear una fuerza no prevista muy conocida.
Me
gustaría ser capaz de transmitir un mensaje optimista de tranquilidad y
confianza en las personas que no saben sobre la situación real del
Corona-virus, esperando que sean capaces de vencer a su miedo interior sin
transmitir pánico a los demás, pero si siendo prudentes y partícipes con las
normas establecidas sin saltarse la solidaridad que puedan tener hacia los más
débiles.