Ciertas personas la denominan “Cuesta de febrero”, sobre todo por todos los costes económicos que acarrea después de haber superado las fiestas de Navidad con todos los atracones de comida y de regalos, muchas veces innecesarios, que solemos tener.
Lo curioso es que después de dejarnos
siempre de lo mismo, no cambiamos de las costumbres a pesar de las malas
consecuencias. Es como si después de tantos años en los no fuéramos capaces de
aprender de los errores.
Otra cosa que tiene el principio del
año es las falsas promesas que nunca se cumplen. No me refiero a las clásicas
como aprender inglés, o hacer deporte para perder los kilos de más que se han
ganado por el exceso de turrones. Sino aquellas promesas individuales que cada
uno se hace para sí mismo, se las mete en su interior y nunca más vuelve a sacar.
¿Tú
qué promesas te has hecho este año?