Muchas de
las personas que escucho en la consulta empiezan a hablar sobre sí mismas de
una forma muy negativa. Se descalifican sin darse cuenta o le quitan importancia
a todas las entidades que realizan; todo les sale mal, no tienen suerte en los
exámenes o con sus parejas, no se sienten queridos por nadie. Todo es un sinfín
de males a su alrededor.
Con estos
pensamientos es difícil avanzar, ya que el interlocutor no es capaz de escuchar
nada positivo, y menos todavía que se refiere a sí mismo. Se necesita mucha
paciencia para que el paciente vislumbre poco a poco con sus mismas palabras
algo bueno sobre él.
Tenemos que
empezar por el principio, es decir, a saber cuál es el origen de esas creencias
negativas. Generalmente nos encontramos con problemas acontecidos en la primera
infancia, en las relaciones primarias con los padres. Eh ahí el primer escollo
a trabajar con el paciente, ya que casi nadie quiere hablar de su infancia, y
menos están dispuestos a reconocer que había un conflicto inicial con sus
progenitores.
No se dan
cuenta de que ya son personas adultas capaces de pensar por sí mismas, sin
estar pendientes de qué dirá el otro. Sus creencias están formadas por
introyectos que han ido acumulando a lo largo de su vida sin digerir. Las
creencias se pueden cambiar y se hace una buena digestión de ellas.
Para mí la
Psicoterapia es como un proceso de “rumiar las creencias”, o sea, hacer que la
persona sea capaz de analizar cada una de sus ideas, masticando muy lentamente,
recordando a cada persona que en su momento le transmitió esa forma de pensar,
y confrontándola con su vida actual. Es un proceso de asimilación.